DE LA MENTE

Carolina es una mujer de pocas palabras, pero sin pelos en la lengua. Tiene un tono de voz bajito, pero seguro, y respondía a todas mis preguntas sin rodeos, con franqueza. Antes de ingresar a las FARC vivía en Mesetas, en un resguardo indígena ubicado en la vereda Villa Lucía, ella y su familia son de la etnia Nasa, es la cuarta de ocho hermanos y detestaba estudiar. Un día Carolina se voló de la escuela y se unió a la guerrilla. En un su afán por “ser alguien”, como ella misma lo dice, estaba ansiosa por dejar el estudio, tener un arma y tomar el control de su vida, pero, inesperadamente para Carolina, en el primer momento en que pisó un campamento tuvo un libro en la mano para leer y algo con qué escribir…